Se dice que un traficante de armas hispano-libanés buscado por fraude fiscal acompaña al ex rey Juan Carlos I en Abu Dhabi | España
Abd al-Rahman al-Assir, un traficante de armas hispano-libanés sujeto a una orden de arresto internacional, vive en Abu Dhabi desde hace varios meses y suele acompañar al ex rey de España, Juan Carlos I, en el recinto privado donde este último era. Viven desde que salieron de España en agosto de 2020, según testigos que hablaron con EL PAÍS.
Las autoridades buscan a un preso tras no acudir a un juicio en el que se le acusa de evadir 14,7 millones de euros en impuestos adeudados en España. Su amistad con el rey honorario, que abandonó su tierra natal debido a un número creciente de acusaciones de irregularidades financieras en su contra, se remonta a los años ochenta del siglo pasado y ha permanecido durante mucho tiempo en el ojo público. Tienen varios amigos en común y también comparten la pasión por la pesca.
“Se rompió la relación, pero el aislamiento de la pareja en Abu Dhabi la volvió a fortalecer”, explica una persona cercana a Juan Carlos I. Dice otra fuente de su séquito, que se negó a dar más detalles.
Un testigo de estas reuniones en Abu Dhabi cree que Al-Asir está utilizando su antigua amistad con el exjefe de Estado como «escudo» a la luz de sus problemas legales.
Al consultar estos informes, el Palacio de La Zarzuela respondió aclarando que las actividades privadas de Juan Carlos ya no tenían nada que ver con la familia real. El abogado emérito del rey, Javier Sánchez Junco, declinó hacer comentarios.
Assir, de 71 años, es un conocido traficante de armas internacional que se considera que ha desempeñado un papel importante en las exportaciones militares españolas en las últimas décadas. Se desconoce su paradero desde que decidió huir del sistema judicial hace tres años.
El cautivo desapareció del mapa el 4 de octubre de 2018. Ese día celebró una importante reunión en el Juzgado Regional de Madrid, donde debía ser juzgado por evadir millones de impuestos. Logró aplazar la audiencia durante un mes alegando que estaba enfermo en Suiza, el país al que se había mudado cuando comenzaron sus problemas con la autoridad fiscal española.
El juicio se trasladó al 5 de diciembre, luego al 5 de febrero y finalmente al 5 de marzo, pero no asistió a ninguna de las audiencias. Las excusas de su abogado y la reiterada falta de comparecencia agotaron la paciencia del fiscal y del tribunal, que finalmente dictó una orden de captura internacional. Una fuente oficial del Ministerio Público confirmó a EL PAÍS que «la orden se ha dictado y sigue vigente».
El preso se enfrenta a una pena de prisión de ocho años en caso de ser declarado culpable, además de una multa de 80 millones de euros y el pago de impuestos de 14,8 millones de euros. Los fiscales alegan que «conscientemente pasó por alto» una ganancia de 31 millones de euros y no presentó una declaración de impuestos. La actividad fraudulenta supuestamente le permitió ahorrar 12,03 millones de euros en impuestos en 2002 y 2,7 millones de euros en 2003.
Para ocultar su fortuna, el cautivo utilizó las sociedades pantalla La Granjilla Corporation SA, Miraflores Dieciocho SA y Gransoto SL. Según las investigaciones del Ministerio Público, Al-Asir tiene varios palacios, un puerto deportivo para un gran yate y varios autos de lujo utilizados por su familia registrados en dichas empresas. El traficante de armas está bajo investigación desde 1999, cuando España creó su lugar de residencia.
El cautivo tiene más problemas legales que los de España. En Francia, fue condenado hipotéticamente al cargo de «Karacchigat», un escándalo de corrupción relacionado con la venta de armas en Pakistán. Este diario confirmó que la justicia de ese país emitió otra orden de aprehensión por su extradición, la cual está vigente desde mediados de 2020 y las cifras se encuentran en las bases de datos de la policía española. Parte de estas comisiones de venta de submarinos financió la campaña presidencial del ex primer ministro francés Edouard Balladur.
En Suiza, también debe 2,2 millones de euros en impuestos impagos, según el medio local Bergen Zeitung. Junto con su hermano Rabie, está vinculado a la Wellerdahl de Luxemburgo, según el registro mercantil del país, y según revela una investigación periodística de Openlux publicada por un periódico online español en junio. Infoliber. En 2019, Wheelerdale anunció activos por 77,5 millones de euros.
Abd al-Rahman al-Assir es hijo de un escritor y cantante. Surgió en los años 80 gracias a sus contactos con la alta sociedad española y con numerosos políticos del Partido Socialista (PSOE). Su primera esposa fue Samira Khashoggi, editora y editora de la revista femenina. Al SharkiahE hija del médico personal del rey de Arabia Saudita, Abdulaziz Al Saud. También era hermana de Adnan Kashogi, un influyente traficante de armas saudí que vivía en Marbella, y era uno de los hombres más ricos del planeta cuando murió en 2017.
Samira está divorciada del empresario egipcio Mohamed Al-Fayed y dio a luz a su hijo Dodi, amigo de Diana, princesa de Gales en el momento de su muerte en 1997. El Correo de Washington Quien fue asesinado en el consulado saudí en Estambul en 2018 por agentes del gobierno saudí.
Tras el divorcio de Samira (fallecida en 1986), contrajo matrimonio en 1985 con María Fernández Longoria, hija del embajador de España en Egipto, con quien tuvo tres hijos. Más tarde se divorciaron. Durante este tiempo, comenzó a trabajar por cuenta propia y montó una empresa llamada Exel en el Paseo de la Castellana de Madrid. Sus primeras operaciones incluyeron la venta de armas militares a Marruecos y camiones a Somalia.
Gracias a su amistad con Juan Carlos I, fue invitado a la boda del príncipe Felipe de Borbón (ahora rey Felip VI) y Letizia Ortiz. En 2016 celebró la boda de una de sus hijas en la estación de esquí suiza de Gstaad, subiendo a un avión privado para invitados. Entre ellos estaban la hija del ex primer ministro español José María Aznar y su esposo, el empresario Alejandro Agag. La cautiva también asistió a su boda, según la prensa española.
El cautivo era un visitante habitual del exclusivo proyecto de viviendas de Sotogrande en Andalucía, sur de España, y se interesó mucho por su imagen. En los archivos de los periódicos, por ejemplo, apenas hay una foto suya. “Ha vivido casi toda su vida con dinero prestado, pidiendo a unos que paguen a otros”, explica un empresario consultado por EL PAÍS. Este periódico no pudo obtener declaraciones del preso ni de sus allegados.