Comentario: Vivir con incertidumbre es la nueva normalidad en Malasia, donde la vacunación programada está en el aire
Kuala Lumpur: El 12 de enero, el rey de Malasia, el sultán Abdullah, declaró el estado de emergencia en todo el país. El anuncio fue en gran parte inesperado y ocurrió menos de un día después de anunciar la segunda ronda de cierres estrictos de COVID-19 para varios estados.
El objetivo oficial de la emergencia es ayudar a combatir una devastadora tercera ola de infecciones, con un promedio de 2.487 casos diarios de COVID-19 en la semana anterior al anuncio.
El primer ministro Muhyiddin Yassin sugirió en un discurso televisado que se podrían promulgar leyes de emergencia para permitir que el gobierno acceda a activos privados de atención médica y permitir a las fuerzas armadas ayudar con los servicios de salud pública.
Los críticos han argumentado que las leyes actuales y las medidas de bloqueo son más que suficientes para detener la ola de infecciones. En cambio, gran parte de la atención se centra en la importancia política del estado de emergencia de la asediada presidencia de Muhyiddin.
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Posición política valiosa
Si bien los líderes de las vecinas Indonesia y Filipinas disfrutan de una popularidad sin precedentes, Muhyiddin se ha enfrentado a múltiples desafíos en su débil coalición gubernamental en Berekatan National desde la segunda mitad de 2020.
Con las sesiones parlamentarias excluidas y la posibilidad de elecciones anticipadas durante el período de emergencia, Mohieldin ganó tiempo para aumentar el control durante los próximos meses.
Su justificación se basa en el sentimiento general de que abordar la crisis sanitaria debe tener prioridad sobre la política. Lo dejó claro en su discurso cuando culpó a las elecciones estatales de Sabah, que se celebraron el pasado mes de septiembre, por la actual ola de contagios.
La inestable situación política es solo una de las muchas incertidumbres a las que se enfrenta Malasia este año. La perspectiva optimista inicial para contener la pandemia, reforzada por el éxito del cierre temprano y decisivo del año pasado, casi se ha evaporado.
Se propusieron medidas integrales similares para verificar la ola actual en sus primeras etapas, pero estas tuvieron que ser mitigadas debido a consideraciones económicas.
La fatiga colectiva de las regulaciones del encierro también se ha visto exacerbada por la percepción pública del trato indulgente y diferencial de los políticos que violan estas restricciones.
Mientras tanto, los planes iniciales para vacunar al 70 por ciento de la población para el primer trimestre de 2021 tuvieron que revisarse radicalmente. El primer lote de vacunas de Pfizer-BioNTech estará disponible localmente a fines de febrero y solo será suficiente para el 20% de la población.
El cronograma para lograr la inmunidad colectiva permanece en el aire, ya que la vacuna Sinovac, que se supone que es la segunda fuente más grande de vacunas en Malasia, está bajo un mayor escrutinio sobre su efectividad.
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No hay una recuperación económica rápida
Esto no es un buen augurio para una rápida recuperación económica que dependa de la contención exitosa de la epidemia. El consumo privado es uno de los principales impulsores de la economía de Malasia, ya que representó el 60 por ciento del PIB en 2019.
La primera ronda de bloqueos en marzo pasado redujo el consumo privado y fue un factor importante en la contracción del PIB en un 17,1% en el segundo trimestre de 2020, un mínimo histórico no visto desde la crisis financiera asiática.
Desde entonces, se han introducido diversas medidas de estímulo para amortiguar el golpe de los más afectados y, al mismo tiempo, impulsar el consumo y la inversión privados. Esto incluye un plan muy discutido para permitir que hasta 8 millones de empleados del sector privado retiren dinero de un plan de ahorro obligatorio para la jubilación.
Los programas de subsidios salariales también ayudaron a salvar 2,4 millones de puestos de trabajo, aunque las tasas de desempleo se mantuvieron altas, alrededor del 4,7 por ciento.
En consonancia con las tendencias mundiales, Malasia ha experimentado una disminución de la inversión extranjera directa (IED). Y registró 6.800 millones de RM (2.100 millones de dólares estadounidenses) en inversión extranjera directa en el primer semestre de 2020, una fuerte caída desde los 23.300 millones de ringgit de Malasia registrados durante el mismo período en 2019.
Es probable que esto perpetúe la actual tendencia a la baja que comenzó en 2017, ya que Malasia lucha por encontrar una ventaja competitiva frente a sus vecinos regionales Indonesia, Singapur y Vietnam.
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Bolsillos de optimismo
Hay focos de optimismo en estos tiempos difíciles. El sólido servicio civil, dirigido por tecnócratas empoderados, proporcionó la necesaria continuidad administrativa durante los cambios políticos sin precedentes del año pasado.
La agenda en curso de digitalización de los servicios públicos también garantiza que muchos servicios esenciales se puedan implementar en línea durante el cierre.
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En el frente económico, Malasia espera que la demanda externa se recupere rápidamente, ya que sus dos principales socios comerciales, China y Singapur, han contenido en gran medida la epidemia.
La firma de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) en noviembre de 2020 mejorará la competitividad de Malasia, particularmente en la industria eléctrica y electrónica.
En el futuro, la pandemia impulsa reformas duales para expandir la infraestructura tecnológica y empujar a Malasia hacia arriba en la cadena de valor global. Los problemas con la mala conectividad a Internet fuera de las áreas urbanas, que impedían la capacidad de aprender de forma remota y trabajar durante el cierre, atrajeron una gran atención del público.
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Invertir en la tecnología necesaria y la mano de obra calificada será fundamental para la aspiración de Malasia de ampliar el alcance de las PYME existentes y atraer inversiones de alta calidad.
En las buenas y en las malas, vivir con incertidumbre en múltiples frentes parece ser la nueva normalidad en Malasia. Pocas instituciones sólidas y una economía diversificada ayudarán a Malasia a hacer frente a otro año de sorpresas.
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Daryl Tan es analista de investigación en el Centro de Estudios de Políticas Públicas del Instituto Asiático de Liderazgo y Estrategia (ASLI CPPS), Malasia. Este comentario primera impresión En el Foro de Asia Oriental.
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