América Latina tiene la mejor oportunidad en una generación
Abre el Editor's Digest gratis
Rula Khalaf, editora del Financial Times, elige sus historias favoritas en este boletín semanal.
Las predicciones de un nuevo y brillante amanecer en América Latina tienden a despertar, en el mejor de los casos, un cortés escepticismo. La región ha decepcionado tanto a ciudadanos como a inversores durante la última década.
Sus economías apenas han crecido y los niveles de vida a menudo se han estancado o disminuido. El Sudeste Asiático se ha destacado por su posición como destino de inversión y centro de fabricación. En su célebre frase, el exdiplomático estadounidense Henry Kissinger describió a Chile como “un puñal apuntado al corazón de la Antártida” por su supuesta falta de importancia estratégica.
Hoy, sin embargo, América Latina está recibiendo nueva atención debido a su potencial para ayudar a abordar algunos de los mayores desafíos del siglo XXI: la producción de alimentos, la generación de energía limpia, la extracción de minerales críticos y la lucha contra el cambio climático.
América Latina posee dos tercios de las reservas mundiales de litio y alrededor del 40 por ciento de su cobre. Representa el 45 por ciento del comercio agroalimentario mundial, según la Unión Europea, y su abundante suministro de tierra agrícola y agua podría permitir que este comercio crezca aún más. Es el hogar de la selva tropical más grande que queda en el mundo, el Amazonas, y su diversa geografía incluye algunos de los mejores lugares del planeta para la generación de energía solar y eólica.
Esta combinación de fortalezas brinda a América Latina su mejor oportunidad en una generación para sacar su economía de la recesión, enriquecer a su gente y desempeñar un papel global más importante.
También disfruta de otras ventajas que son menos obvias en el turbulento mundo actual: sus países no están en guerra entre sí; Es más democrática que cualquier otra región en desarrollo; Genera poder blando. latín La música, la comida, el arte y las películas tienen audiencias globales. Además, los nómadas digitales citan a la Ciudad de México, Medellín y Buenos Aires entre las mejores ciudades del mundo para el trabajo remoto.
En una región a menudo ridiculizada como una tierra de eterna promesa, la pregunta clave es si sus gobiernos podrán estar a la altura de la tarea.
México, el principal centro manufacturero de la región, está emergiendo como un lugar preferido para las empresas que desean alejar la producción de China y acercarla al gigantesco mercado estadounidense. En junio, el país elige al sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyas tendencias nacionalistas e inversiones dirigidas por el Estado han obstaculizado el crecimiento. Los inversionistas esperan que la sucesora elegida por López Obrador, la ex alcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, o la opositora Xóchitl Gálvez, resulten más amigables con los inversionistas y permitan que México se beneficie pronto de lo que pronto debería ser un gigantesco auge de inversiones.
En Brasil, el presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva quiere hacer de la economía más grande de la región un líder verde global y atraer una ola de inversiones verdes en todo, desde compensaciones de carbono hasta energía sostenible. Durante una visita al Golfo el año pasado, prometió que Brasil se convertiría en “el Reino de la energía renovable dentro de 10 años”.
Ahora, en su tercer mandato, Lula desempeñará un importante papel en política exterior, siendo anfitrión de la cumbre del G20 en noviembre y de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) el año siguiente. Se cree que Brasil, como país neutral y pacífico, puede mediar en conflictos globales.
En Argentina, los inversores elevaron los precios de las acciones y los bonos soberanos a niveles no vistos en años después de la reciente elección del presidente Javier Miley. Un economista libertario, decretó el fin de los controles económicos estatales y abogó por el capitalismo desenfrenado. Pero aún está por verse si el Congreso argentino, dominado por los peronistas, y los poderosos sindicatos le permiten barrer con el generoso estado de bienestar, las protecciones a los trabajadores y la red de empresas estatales. Si Miley, que se autodenomina “anarcocapitalista”, logra alcanzar algunos de sus objetivos, Argentina podrá aprovechar más su enorme potencial en agricultura, minería, petróleo y gas.
En la costa caribeña, el auge petrolero ha convertido a Guyana en una de las economías de más rápido crecimiento del mundo y en un importante exportador, un ejemplo al que aspira vivamente el vecino Surinam. Guyana nos recuerda que algunas de las economías más pequeñas de la región, como Panamá, Uruguay y la República Dominicana, han estado entre las más exitosas en los últimos años.
Por otro lado, el éxodo de siete millones de refugiados en los últimos años de la devastada economía de la otrora rica Venezuela es un vívido recordatorio de la capacidad de los gobiernos para destruir, así como para construir. Los problemas de Venezuela y los de Cuba, Nicaragua y otros estados fallidos de la región han contribuido a la mayor crisis migratoria jamás vista en las Américas. Millones de personas que huyen hacia el norte, hacia Estados Unidos, crean un problema importante para el presidente Joe Biden en el año en que busca la reelección.
¿Puede América Latina estar a la altura de las oportunidades que ofrece el comienzo del siglo XXI y regresar al camino de la prosperidad?
En 1992, el escritor mexicano Carlos Fuentes comparó la historia de la zona con la construcción de un edificio de gran altura que nunca se completa a pesar del progreso gradual y continuo. América Latina, escribió, “está progresando pero no completamente, es activa pero está plagada de problemas aparentemente insolubles”.
Los latinoamericanos esperan que las nuevas oportunidades en el siglo XXI les permitan demostrar que Fuentes está equivocado.
“aspirante a practicante de la cerveza. Creador. Alborotador incondicional. Defensor de la televisión. Gurú del café extremo”.