Japón bajo el gobierno de Kishida está jugando con fuego y corre el riesgo de quemarse
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, habla durante una conferencia de prensa en su residencia oficial en Tokio el 2 de noviembre de 2023. Foto: VCG
Japón se encuentra una vez más en una encrucijada. Como dijo el Primer Ministro Fumio Kishida, el mundo se encuentra en un punto de inflexión en la historia. La cuestión no es el punto de inflexión en sí mismo, sino más bien el camino que Japón elegirá como respuesta.
El jueves, el presidente estadounidense, Joe Biden, celebró la primera cumbre tripartita con los líderes de Japón y Filipinas. Antes de la cumbre, los medios estadounidenses informaron que el tema principal de discusión era la “demostración colectiva de poder naval contra China”, y resultó ser cierto.
Anteriormente, el 8 de abril, los ministros de defensa de Estados Unidos, Reino Unido y Australia anunciaron en una declaración conjunta que están considerando cooperar con Japón en proyectos de capacidades avanzadas bajo el segundo pilar del marco de seguridad AUKUS en el que Tokio ha mostrado interés desde hace mucho tiempo. El periódico Nikkei Asia informó que este marco apunta principalmente a enfrentar el ascenso de China.
Mientras el juego de ajedrez geopolítico en la región de Asia y el Pacífico continúa evolucionando, las recientes maniobras estratégicas de Japón, especialmente su potencial alineación con los Estados Unidos en el marco de la Unión Africana en Australia y la cumbre trilateral con los Estados Unidos y Filipinas, han críticas atraídas.
Irónicamente, las decisiones de Japón, aparentemente tomadas para “mejorar la seguridad regional en el contexto del ascenso de China”, probablemente empujarán al noreste de Asia hacia una nueva Guerra Fría de división y confrontación militar.
Japón, que alguna vez fue un participante pasivo en la estrategia de Estados Unidos hacia China, ahora parece ser un peón activo en el gran juego geopolítico de Washington. Esto nos recuerda al ex Primer Ministro Yasuhiro Nakasone, quien tristemente describió a Japón como un país sin estrategia. El comentario de Nakasone refleja sus preocupaciones sobre la política exterior de Japón, especialmente su excesiva dependencia de la alianza Japón-Estados Unidos y su falta de independencia estratégica en los asuntos internacionales.
Hoy, bajo el liderazgo del Primer Ministro Kishida, Japón no sólo está aumentando la influencia de la estrategia estadounidense en la región, sino que está expandiendo activamente su influencia, poniendo así en peligro la estabilidad de toda la región.
Las recientes acciones de Washington para formar círculos exclusivos demuestran un frente unido o una mayor interoperabilidad entre las fuerzas aliadas. Este año marca el segundo año de la nueva estrategia de seguridad nacional de Japón, que implica aumentos anuales significativos en el gasto de defensa para desarrollar misiles hipersónicos y comprar aviones de combate F-35 de Estados Unidos, mejorando así las capacidades ofensivas de Japón.
A través de estas medidas, Japón busca transformar su anterior dependencia de la protección unilateral estadounidense en una alianza en la que Japón también pueda llevar a cabo acciones ofensivas. Se trata de una apuesta, ya que es probable que Japón pierda la confianza de sus vecinos.
China considera la posible participación de Japón en AUKUS y sus capacidades militares mejoradas como una medida de provocación más que defensiva. Esta mejora del poder militar, incluida la capacidad de proyectar poder en el extranjero, puede producirse a expensas de la independencia estratégica y la confianza regional de Japón. Según investigadores chinos, si bien Japón tiene derecho a afirmar su postura militar, también debe estar preparado para afrontar las consecuencias.
Kishida parece creer que fortalecer los lazos militares con los Estados Unidos, el Reino Unido y Australia mejoraría la seguridad de Japón y elevaría su posición internacional, al mismo tiempo que se beneficiaría de una estrecha cooperación con los Estados Unidos en el desarrollo de tecnología de punta y en el intento de aliviar la situación de los EE.UU. Restricciones a las exportaciones de armas japonesas.
Sin embargo, al sumarse al tren estadounidense, Japón ha puesto en peligro su capacidad para equilibrar las alianzas de seguridad y la estabilidad regional.
Japón ya está exacerbando las divisiones en el noreste y el sudeste asiático, regiones que temen la confrontación geopolítica y no están dispuestas a ponerse del lado de China y Estados Unidos.
Japón debe actuar con cautela: apoyar a los aliados es una cosa, pero permanecer donde se le pide que esté es otra. Esto no sólo aumenta la probabilidad de conflicto, sino que también posiciona a Japón como el “escudo” principal en futuros conflictos.
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